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Artículos SEK On-line

 

Título: Notas sobre un viaje al Noreste de México en busca de Ciprinodóntidos: "MeAB/99".

Por José L. Blanco, SEK 59; Fotografías: Juan M. Artigas y José L. Blanco.

(Aparecido en BISEC nº 84, corregido y aumentado) 

 

Todos hemos leído, no sin una cierta "sana-envidia", a estos compañeros que hacen de su hobby algo más; algo como ir a buscar especies a su lugar de origen, algo como observar el hábitat natural para así reproducirlo mejor en sus acuarios cuando vuelven a sus casas... Si conseguimos plantearnos un viaje así y además lo podemos compatibilizar con unas agradables vacaciones (que no todo va a ser sufrir), ¡mejor que mejor! 

Empezaré por comentaros  que hace tiempo un compañero, Francisco Gómez Caruana, me regaló un par de parejas de Cyprinodon alvarezi, extinto en su “terra typica” y que unos pocos aficionados a los killis mantienen a lo largo y ancho del planeta. Aún así, como no encontré mucha bibliografía al respecto, me puse en contacto con Juan Miguel Artigas, de México, el cual me dijo que él había visto unos pocos en su medio natural antes de que éste se secara por completo (hacia 1997), sorprendido porque algunos aficionados siguiéramos manteniendo este pez, rápidamente hicimos amistad y poco después, vino a España y se llevó algunas crías, quedando con él en devolverle la visita. 

La ocasión llegó en menos de un año, sacamos mi (condescendiente) mujer y yo unos pasajes de avión y poco después estábamos en la capital de México donde amablemente llegaron Juan Miguel y su mujer Patricia a recogernos. Después de llegar a su ciudad, casi a 400 Km y “montar el campamento” en su domicilio (¡Gracias Patricia!) nos preparamos para acometer un viaje de 2000 kilómetros por el noreste de su bello país. 

Salimos nada temprano (Aquí es un poco difícil, pronosticar con puntualidad), hacia las 11:30 y tomamos la ruta  49 hacia Zacatecas y Durango. Por el camino, hicimos un alto en el río Atotonilco (cuenca del Aguanaval) donde encontramos una variada (variada para lo acostumbrado en nuestras masas de agua) ictiofauna: Notropis, Gila,Catostomus, Campostoma, Etheostoma...  pero en el río propiamente no esperábamos encontrar ningún ciprinodóntido, pues no pueden competir con la fauna local. Poco después nos acercamos a un manantial cuyas aguas seguían perteneciendo a la misma cuenca y encontramos nuestro primer ciprinodóntido. Este, es un manantial sin nombre, pequeño, de unos 15 X 3m. y de bastante menos de un metro de profundidad. Aquí el único habitante es Cyprinodon nazas que ante su incapacidad de competir con las demás especies de peces en el río se ha refugiado en este hábitat extremo (fluctuaciones de nivel, temperatura, etc) y ya no puede vivir en el propio río (así como otros peces tampoco podrían vivir en el manantial), observamos solo unos pocos ya que lo restringido del hábitat  “no daba para más”.

Hábitat de Cyprinodon nazas

 

Al día siguiente nos acercamos a un pueblo llamado “Poblado 27 de noviembre” cerca de Durango donde observamos Cyprinodon meeki; se trataba esta vez de un pequeño arroyo que drena un manantial llamado “San Juan” y que cruza la carretera. También encontramos Characodon lateralis y Chirostoma mezquital junto a Gambusia senilis, Tilapias y Carassius introducidos artificialmente y en franca expansión en detrimento, aunque mínimamente según lo observado, de las especies autóctonas. Posteriormente nos acercamos a “El Toboso”, única localidad de Characodon audax un goodeido bastante hermoso. Salimos hacia la ciudad de “Gómez Palacio” por una autopista (por cierto, muy cara) y cambiando a la ruta 30, llegamos a Cuatro Ciénagas de Carranza (Estado de Coahuila) donde pernoctaríamos los siguientes días. Se trata de una región semidesértica, bastante famosa por su biodiversidad, que aunque tiene poco agua, mantiene numerosas especies de peces endémicas y nativas.

Manantial cercano a Poblado 27 de Noviembre, hábitat de Cyprinodon meeki

 A la mañana siguiente, después de un buen desayuno, nos acercamos al “Manantial los Charcos” o “Los Burros” (26º 54’62 N, 102º 02’17 W) donde hicimos bastantes observaciones sobre Cyprinodon atrorus  y su forma de vida en una charca de gran extensión y poquísima profundidad con escasa vegetación en las orillas que apenas daba cobijo frente a las aves depredadoras que aunque, en poco número (por lo menos en esta época, nov/99), si estaban presentes. Las aguas son de una elevada alcalinidad (casi a saturación) pues toda esta zona es una gran cantera de yeso. Otras especies observadas fueron: Gambusia longispinnis, Gambusia marshi, Cyprinella xanthicara y Micropterus salmoides (el famoso “Black bass” introducido en nuestras aguas y aquí nativo).   

Cyprinodon bifasciatus, hembra, foto subacuática en su hábitat: "Poza La Becerra" Cyprinodon bifasciatus, macho, foto subacuática en su hábitat: "Poza La Becerra"

Más tarde pasamos por el río Mezquites (26º 55’39 N, 102º 06’49 W) donde pudimos observar junto a Cyprinodon bifasciatus otros peces (algunos no menos interesantes) como Herichthys minkleyi (un cíclido endémico). Otras especies presentes en el lugar son: Gambusia marshi, Lepomis megalotis, Micropterus salmoides, Cyprinella xanthicara, Etheostoma lugoi  e Ictalurus lupus. Aquí el biotopo cambia pues ya se puede observar una pequeña corriente de agua que agita gran cantidad de plantas acuáticas del tipo nenúfar  pero con los bordes de las hojas festoneados (Nimphea ampla), existen otras plantas del género Chara que denotan la dureza del agua, la temperatura se mantiene relativamente alta, hay que tener en cuenta que aquí las temperaturas del aire llegan a bajar de los 0º. Una curiosidad es que en el fondo de estas aguas, extraordinariamente claras, se observan la presencia de estromatolitos, una curiosa formación pétrea de aspecto más o menos esférico creada por organismos vegetales muy primitivos. 

Ya bien entrada la tarde nos acercamos a La poza llamada “La Becerra” (26º 52’71 N, 102º 08’28 W), una especie de lugar de ocio para las gentes del lugar. Se trata de una pequeña laguna de aguas muy claras y calientes donde pudimos sumergirnos con el auxilio de botellas de inmersión y fotografiar a placer diversas especies de peces, sobre todo Cyprinodon bifasciatus, Astyanax mexicanus y Cyprinella xanthicara, que eran depredados naturalmente por  Herichthys minkleyi (morpho piscívoro); otros peces habitantes de “la poza” eran Gambusia marshi e Ictalurus lupus. El fondo era limoso y el agua muy caliente, en torno a los 35 ºC en las salidas de los manantiales. Otra nota en lo relativo al entorno inmediato del manantial era la presencia de varias “Monarca” unas mariposas grandes y de gran colorido que emigran desde Canadá y norte de EEUU hasta este país para hibernar.

 Más tarde nos acercamos al manantial de “Churince” (26º 50’45 N, 102º 08’07 W) donde también había, aunque en menos cantidad Cyprinodon bifasciatus y Dionda episcopa, nos habían dicho que se había establecido una población de Hemichromis sp lifalilli. Nos sumergimos allí y efectivamente pudimos observar a estos bellos y belicosos cíclidos africanos con toda su coloración de cría defendiendo sus respectivos nidos. Es una lástima y ha de hacernos meditar sobre el peligro de esta introducción artificial (a todas luces provocada por algún acuarista ignorante) ya que podría deparar en poco tiempo graves pérdidas en la biodiversidad del lugar. Los siguientes días los pasamos recorriendo con más detenimiento estos y otros parajes de gran belleza y valor natural... Llegada la noche retornábamos a nuestro motel, cenábamos y anotábamos las incidencias del día.

 Unos días más tarde, nos encaminamos Hacia “El Cerro del Potosí” 24º 50’98 N, 100º 19’38 W en el Estado de Nuevo León. Aquí el contraste fue absoluto, estábamos ante una gran extensión completamente desecada desde 1997 por la continua extracción de aguas para uso agrícola. Recorrimos durante una hora el fondo de una extensa laguna seca sin encontrar desde luego ninguna masa de agua que pudiera albergar a Cyprinodon alvarezi y a Megupsilon aporus (otro ciprinodóntido habitante exclusivo de esta localidad y que se distingue por la ausencia de aletas pelvianas) una muestra más del afán del género humano por el “desarrollo” sin sentido y sin vistas al futuro... Personalmente (y esto es una estimación mía) me parece como si la zona después de un corto esplendor económico siguiera igual de empobrecida que antes, solo que sin agua en su superficie y con poca (y de mala calidad) en su subsuelo.

Cyprinodon alvarezi, macho. Extinto en su única localidad "El Cerro del Potosí", sin agua desde 1998

 Más adelante por la misma carretera que nos llevaría a Matehuala llegamos a “Sandia La Victoria” desde donde nos encaminamos a “El Charco Azul”, 24º 09’89 N, 100º 04’15 W, como esperábamos por nuestras lecturas con el mismo resultado negativo, completamente seco y la desaparición para siempre de Cyprinodon veronicae. Hay que resaltar que en tiempos, existían en esta región al menos 10 manantiales. Cuando Salvador Contreras (un ictiólogo mexicano) llegó en 1981 aproximadamente, ya solo quedaban 4 masas con agua  con otras tantas especies de Cyprinodon, estas eran C. veronicae, C. ceciliae, C. longidorsalis y el famoso C. inmemorian del que solo se conserva un ejemplar macho naturalizado, es de suponer por tanto un mayor número de especies extinguidas. Parece que de las tres primeras especies se conservan stock’s en cautividad, bien por investigadores académicos o bien por “simples” aficionados a la acuariofilia.

El constante bombeo de los acuíferos ha desencadenado la total pérdida de los hábitats de algunos Ciprinodóntidos, en la foto, "El Charco azul", única localidad de Cyprinodon veronicae

  Desde aquí y dando ya por terminado nuestro viaje, nos encaminamos hacia el “Río Blanco” afluente del río “Soto de La Marina”, un pequeño paraíso al que nos costó llegar bastante por unos caminos muy abruptos, aproximadamente a 24º 09’05 N, 099º 46’63 W dejamos el coche y nos acercamos al riachuelo donde en compañía de algún poecílido, Xiphophorus xiphidium y el “sempiterno” Astyanax mexicanus así como de alguna... ¡trucha! (quizás una arco-iris introducida) pudimos observar Fundulus grandis que desechamos rápidamente por su tamaño y hábitos piscívoros.

Quisiera terminar no sin antes reflexionar sobre la conveniencia o no del mantenimiento en cautividad de especies en peligro de extinción (recuerden: estamos hablando de peces) ya que a buen seguro, y aquí he dado varios ejemplos, sin estos stock’s en cautividad se habrían perdido irremediablemente algunas especies. Faltaría comentar, claro, el tema de la posterior reintroducción en su ambiente “recuperado”... ¡pero eso ya es otra historia! 

Terminar, ahora sí, con el agradecimiento a Juan Miguel Artigas sin el que este viaje hubiera sido de difícil realización. Cualquier duda o petición de ampliación de datos pueden enviármela a: 

José L. Blanco, SEC 219.

jlblanco@cichlidae.com

 

Bibliografía:  

Miller & Walters, 1972: “A new genus of Cyprinodontid fish from Nuevo León, Mexico”. Contr. Sci. Nat. Hist. Mus. Los Angeles, 233: 1-13.  

Miller, R. R. (1976): “Four new species of the genus Cyprinodon from Mexico, with a key to the C. eximius complex”. Bull. Southern California Acad. Sci. 75, pp 68-75  

Contreras-Balderas, S. (1984): “ Environmental impacts in Cuatro Ciénagas, Coahuila, Mexico: A comentary”. Journal of the Arizona-Nevada Academy of Science 19: 85-88.  

Lozano & Contreras. (1993): “Four new species of Cyprinodon from Southern Nuevo Leon, Mexico with a key to the C. eximius complex”  

Tveteraas, Andreas. "Mexican Killifishes at the edge of extinction". Inédito.  

 

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